Este libro trata principalmente de la destrucción de los pueblos originarios como consecuencia de la necesidad de expansión del territorio, para que la clase dominante pudiera aumentar su poder y su riqueza en el siglo XIX imponiéndole al país un rol en el mundo que aún hoy en el siglo XXI seguimos padeciendo.
Derrotados los últimos caciques que resistían los ataques del ejército argentino contra su propio pueblo, metodología que utilizarían en reiteradas ocasiones durante el siglo XX para provocar golpes de estado, comenzó el reparto, tanto de los prisioneros como de las tierras que ocupaban.
Un grupo de aborígenes, “rescatados” por Francisco P. Moreno, fue enviado al Museo de La Plata como especímenes vivos de exposición, donde vivieron un calvario que los llevó a la muerte. Así veremos la vida de los caciques Inakayal, Foyel y sus familias, y de sus etnias, y cómo fueron tratados en nombre de la ciencia, trato que los llevó a la muerte.